Calles oscuras,
Que la noche tapa,
En las que nada pasa,
Porque pasa lo que pasa,
Allende de los mares,
Malvados han llegado,
Y que hacen de tu casa,
Su malvada morada,
Esconde a tus hijas,
A todas tus mujeres,
Protégete tú,
Porque también mueres,
Vienen con otros dioses,
Que no son los nuestros,
Son los de sus ancestros,
En los que la vida no vale nada,
Imagina la tuya,
Que eres el enemigo,
Tendrán el cielo ganado,
Cuando acaben contigo,
Pero sigue callado,
Aparta la vista,
Cuando derriben la iglesia,
Y una mezquita construyan,
Compra velos, paga parias,
Por ser tan cobarde,
Por no hacer nada,
Que, al enemigo ni agua,
Y tú le has dado el abrigo,
Y las llaves de casa,
Quizás serán,
Otros ochocientos años,
Los que peldaño a peldaño,
Nos lleven, despacio,
A volver a echarlos,
Y piensa en cuantos,
De los que su sangre llevas,
Por una cruz murieron,
Y a ti te han quitado,
Quieto, sin hacer nada,
Aquello por lo que lucharon,
Con el cuerpo, con el alma,
Lucha ahora que puedes,
Que no entren de nuevo,
Que vuelvan al seno,
De sus amos sátrapas,
Cerremos fronteras,
Luchemos de nuevo,
Aunque a los que ahora veo,
Le faltan esos huevos,
No tengamos miedo,
A esos malditos rufianes,
Pongamos coto.
A sus malditos desmanes,
Que no haya, sino iglesias,
En nuestro suelo santo,
Tú también, ateo,
Lucha con ganas,
Pues si esos se quedan,
Doblaras la espalda,
Como un mísero perro,
Ya me tengo que callar,
Estoy viejo y cansado,
Pero aún en este estado,
¿Quién me da un arma,
Par luchar contra ellos?