
Aire, respiro el aire en mi piel,
viento que sopla con brisa fiel.
Tres cimas blancas, de nieve albinas,
brillan tan puras como cortinas.
Miro a lo lejos, donde el río avanza,
hacia horizontes que en luz se lanzan.
Nubes dispersas no pueden velar,
al sol que impone su gran luminar.
Es el azul del cielo imponente,
fuerte y hermoso, claro y vigente.
Refleja el bosque con luz de acero,
verde y dorado, vasto sendero.
Colinas verdes que al ojo ciegan,
con su matiz que en furia navegan.
Ríos rugientes, antes callados,
hoy con sus aguas van desbordados.
Y entre prados de intenso color,
rojas amapolas alzan su ardor.
Las blancas flores, en su pureza,
brindan al campo toda su esencia.
Esto contemplo, tras dura senda,
pues hasta aquí mi vida me enmienda.
Mas si acaso todo es mentira,
la más mezquina, cruel y retira,
dadme un instante, no pido más,
que en este soplo pueda hallar paz.
Si aún me resta un último aliento,
que sea aquí, en mi pensamiento.