
No son mis mejores momentos,
apenas respiro, apenas lo intento.
Sigo viviendo de forma insana,
sin rumbo, sin norte, sin luz cercana.
Mis ojos mueren entre reflejos,
brillos que ciegan, destellos viejos.
Mi mente se vuelve de piedra y frío,
ladrillo inerte, pesado y sombrío.
Arrastro mi ser sin otro camino,
pues el tiempo roba hasta el destino.
La edad se llevó mi antigua osadía,
y hoy solo quedan sombras y apatía.
Me quedo mirando, la mente vacía,
como si en mi alma nada existía.
Silencio que pesa, un lento tormento,
soledad que ahoga en su cruel firmamento.
Moverme es un acto de gran osadía,
pues todo es esfuerzo en la lejanía.
Así que paro, me entrego al ayer,
dejo que el mundo me deje de ver.
Que pase la vida, que todo se aleje,
yo nada haré… que el tiempo me lleve.