
Llueve, como llueve,
Después del secano,
Llega la nieve,
Y después…,
De nuevo llueve,
Se olvidó el color del nublado,
El ocre, el gris veteado,
La falta de luz, de calor,
La ausencia del perenne sol,
Y las calles mojadas,
Brillantes, reflejadas,
Con largos regueros,
Que como si fueran ciegos,
Mueren en las alcantarillas,
Que al rio las vomitan,
Y ese rio que, en verano,
Andando cruzaste,
Inténtalo ahora,
Te llevara su embate,
Orillas comidas,
Molinos anegados,
Y las isletas,
Pastos olvidados,
Agua del color del marrón oscuro,
Que baja, intentando,
Romper nuestros muros,
Riadas de agua bendita,
Que hará que este año,
Brote la vida,
Agua, siempre bienvenida,
Aunque lloremos los días de crecida,
Que aquí los sureños,
Sabemos que los sueños,
Son de humedad,
De cañas de rio,
De los bancales,
De palomas torcaces,
Que en verano hacen,
Que vibre la vida,
Así que esta agua,
Sea bienvenida,
Que cada gota que cae,
Es una gota de vida.