
Escribo encerrado, entre estas paredes,
rodeado de máquinas, luces y redes.
Y pese a tanta revolución fría,
quebranto la página con tinta y osadía.
Con pluma barata, recién adquirida,
pues la otra, gastada, perdió su vida.
Aquella que un día con trazo elegante,
pintaba las letras de forma vibrante.
Aquí, junto al brillo de un frío teclado,
con luces que laten en ritmo pautado,
escribo y confieso que el alma herida,
encuentra en la tinta su paz más sentida.
Quizás los poetas de la era avanzada,
con letras forjadas en luz codificada,
no sepan del pulso que, noche tras noche,
moldea en el aire palabras sin broche.
No entienden del roce de la muñeca,
cansada, forzada, vencida y seca.
Ni del crujir de un papel lastimado,
que chilla su pena por ser maltratado.
Papel del barato, que no quiso ser,
pero otro mejor, no pude tener.
Así que otra vez, aquí me hallo,
la pluma en la mano, sin miedo ni fallo.
Derramo mi alma en gotas oscuras,
con trazos que fluyen, con líneas seguras.
Pues todo lo escrito en la madrugada,
lo dicta esta pluma… tan simple y gastada.