
Ya no sé ni lo que escribo,
pues cierto es, lo confirmo y digo,
que me he quedado medio dormido,
algo que, en verdad, no es un castigo.
La mancha de tinta es fiel testigo,
me dice que fui, aunque ya no sigo,
no sé si reír, no sé si llorar,
pero exagerar sería un castigo.
No creo que sea de gran pesar,
ni un fallo digno de lamentar,
no es necesario llevarlo al altar,
de aquellos pecados por confesar.
Así que ya me toca partir,
pasó lo que fue, sin más que añadir,
y dado el estado en que suelo estar,
cualquier cosa pudo al fin surgir.
A alguien como yo, tan distraído,
con poca razón, y aún menos tino.