
Tardes de un lento paseo,
cuando el sol pierde su empleo,
cuando los niños, en su alegría,
juegan al filo del mediodía.
Cuando el colegio ya se ha cerrado,
y el aire huele a campo mojado,
cuando en invierno, tras la llovizna,
todo el albero su huella avizna.
Tardes de andares, paso pausado,
de viejo ritmo, de pie cansado,
cuando no importa lo relatado,
ni la idea ni el resultado.
Nada es urgente, todo es sosiego,
mientras el sol roza mi ruego,
y su tibieza baña mi frente,
tras la tormenta que fue inclemente.
El agua mandó con su poderío,
dueña del día y de su estío,
pero hoy la calma llena el derroche
antes que todo se vuelva noche.