Amaneceres de Odio (Rima)

Amaneceres de odio han de brotar,

el alba sangrienta está por llegar.

El cielo, en su rojo, muestra el presagio

de un día teñido de cruel naufragio.

Caos y ruina, furia y terror,

la guerra despierta con su clamor.

Ángeles fieros, de malla y acero,

brillan radiantes con luz de enero.

Llanuras negras, hijas del mal,

dioses oscuros en sombra infernal.

Miradas de asombro, de horror y espanto,

el mundo se quiebra en su último canto.

Poco ha quedado, poco quedó,

lo que era vida ya se extinguió.

El ansia, la furia, la vil codicia,

se han llevado el futuro con su injusticia.

Hoy solo arena, rocas ardientes,

y huesos que yacen en pozos hirientes.

Calaveras secas, bocas sin dientes,

ríen de aquellos que fueron potentes.

Dioses que nunca fueron reales,

ríen del hombre y de sus males.

Y un cielo gris, opaco y mudo,

es todo lo que queda del mundo.

Y dentro, oculta, la radiación,

eco lejano de aquella explosión.

¿Dónde está el mundo que el hombre forjó?

Nada ha quedado… nada quedó.

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