
Yo en mi caminar azaroso,
He visto casi de todo,
Desde el agua más clara,
Hasta el más sucio lodo,
He visto a putas reinar,
Y a vírgenes llevadas,
A un pútrido lupanar,
A grandes hombres,
Con toda la honra, muriendo,
Y a sinvergüenzas, que, al verlo,
Se estaban de ellos tiendo,
He visto tantas cosas, caminante,
En mis mil caminos recorridos,
Que creo que he hecho el camino en vano,
Pues nada bueno he visto,
Del que se hace llamar humano,
He visto a los más honrados,
Cuando se calientan,
Que no les importa,
Que apenas sea hembra,
La que van a violar,
He visto a hijos queridos,
No dejar un padre vivo,
Por quedar con su fortuna,
Aunque fuese casi ninguna,
He visto culos agradecidos,
Manchados por otros puercos,
Simplemente porque su fortuna,
Llegara a mejor puerto,
Bocas de las más honradas mujeres,
Con bocas podridas de líquido de vida,
De quienes llenarlas no debían,
Solo por engrandecerse,
Y de agujeros no hablemos,
Pues todos son ensanchados,
Con la más puerca sevicia,
Por la maldita avaricia,
O por asquerosos dictados,
Después de tanta tierra ver,
De tanto camino recorrer,
He llegado a la triste conclusión,
De que el hombre, maldita fiera,
No tiene, nunca tendrá,
La más mínima remisión.