
El sur se acaba en su dolor profundo,
el desprecio quedará al fin en nada.
Quizás algún día, en su propio mundo,
nos dejen solos, en la paz callada.
Somos los pobres, los olvidados,
en casa ajena, ajenos y perdidos,
las espaldas rotas, los hombros doblados,
por ser sumisos, por ser sometidos.
Solo servimos para la opresión,
para aplastar, para ser los primeros
caídos bajo el cañón, el corazón
de los que roban sueños, sueños enteros.
Míseros jornaleros, ya no más,
mejor muertos que vivir bajo el yugo,
y nadie nace para ser un vasallo,
la bestia nos convierte, el alma ahogo.
¡Despierta Sur, cuna de gran cultura,
rompe las cadenas, arrastra a todos!
Que roban tu tierra, tu vida y tu espesura,
y dan limosnas, como crueles modos.
Volvámonos locos, ¡que no se lleven
nada de lo nuestro, que no nos roben!
Que venga quien venga, del norte, que eleven
el grito que aquí se alza, ¡y que tiemblen!
Se acabaron los jornales y el peso
de espaldas rotas por el ansia ajena,
hoy manda el sur, no hay nadie en el regreso,
ni dioses mentirosos ni más pena.
¡Despierta Andalucía, su alma arde!
Riégalo de rojo, que lo sepan todos,
que el que venga a robar encontrará el baluarte
de la tierra, que en su alma queda en modos.