
Tiempos de tempestad,
Cuando el diablo juega,
A los dados.
Con la deidad,
Y la mentira,
Se tornará verdad,
Enanos de negros uniformes,
Levantan brazos,
Amenazando al cielo,
Con el puño cerrado,
La mano abierta,
La guerra es cierta,
Carnicería de borregos,
Contentos en su locura,
Morirán como animales,
En esas noches oscuras,
En las que el filo,
Romperá la carne,
O lo que el águila deja caer,
Matara al pobre que no la ve,
Sangre, heridas, muerte,
Y nada es cuestión de suerte,
Solo los obreros son pobres,
Al final analfabetos,
Dejaran los campos llenos,
De extrañas figuras,
Que personas fueron un día,
Y entre el mármol veteado,
Los demonios encarnados,
Estrecharan sus manos-garras,
Diciendo que no ha pasado nada,
Y solo quedan los pobres cuerpos,
Abandonados en olvidados cementerios.