
Con este pobre y débil piar,
de un ave nueva al despertar,
concluyo aquí otro relato,
quizás cuaderno, quizás un trato.
Mil emociones he vertido,
mil pensamientos sin sentido.
No es gran hazaña ni condena,
es sólo el alma cuando suena.
No es obra digna ni es delirio,
es lo que brota en el vacío.
Cuando la mente se desvela,
o el llanto el pecho le congela.
Quizás la pena me ha dictado,
o fue el hastío disfrazado.
O acaso en soledad funesta,
quise gritar sin dar respuesta.
En fin, concluyamos la historia,
cerremos hoy esta memoria.
Mañana… ¿qué será el sendero?
¿Será la pluma mi prisionero?