
Las noches, sombras inquietas,
se tornan fieras, cual saetas.
Serpientes son, que al respirar,
se enroscan firmes, sin soltar.
Se aferran fuertes a tu cuello,
te hacen girar sin un destello.
Tus ojos buscan sin razón,
el reloj mudo, sin compasón.
Y mientras tanto, va la fiera,
tragándote en su oscura esfera.
Te envuelve, muerde, ha devorado,
sin darte cuenta… has despertado.