
Hoy, me prometí,
No escribir más,
Y aquí estoy,
Con la pluma en la mano,
Haciendo lo que negué,
Pero necesito escribir,
Sentir que vuelco mi alma,
Que me retorna la calma,
La que perdí hace tanto,
Que ya no me espanto,
Cuando la ira me gana,
Pues quisiera destruir este mundo,
Lleno todo de hienas,
Con las barrigas llenas,
De miserables animales,
Que obedecen, que aplauden
Cuando no se imaginan,
Que de los que ellos escojan,
Serán alimento y forma,
De seguir haciendo el mal,
Y yo me pregunto atormentado,
¿no hay nadie,
Alguien que no esté tarado,
Que pueda destruir,
Incluidas las raíces,
Las maldades de animales?
Que ya no se eternicen,
Que un solo hombre posea,
El inhumano poder,
De poder disponer,
De cualquiera de las maneras,
Incluidas las que piensas,
No lo sé, me gustaría,
Que llegara ese día,
Que, seguro que yo no veré,
Y las hienas destrozan todo,
Con sus barrigas llenas,
De cualquiera de las cosas,
Que, a los desgraciados,
Que las tienen que obedecer,
Agradecidos ofrecerán,
Y darán gracias y prebendas,
Pues por esa vez,
Ellos no alimentan a la bestia,
Hoy saben que no,
Mañana, tal vez.