
Sigo escribiendo, sin saber por qué,
no vendo mis letras y nunca lo haré.
Tal vez mi ego, callado y herido,
se esconde esperando verse leído.
Las torpes palabras que brotan de mí,
no tienen sentido, lo puedo admitir.
Mas cuando las trazo, me siento ligero,
como si al hacerlo soltara un gran peso.
No sé si hay trama, ni quiero saber,
solo que al verme al fin comprender,
cuando termino mis tonterías,
descanso el alma, se van agonías.
Y aquí me encuentro, con tinta y papel,
gastando pluma, volviendo a nacer.
Sabiendo bien que al final del día,
mis letras no valen, pero son mías.
No puedo estar quieto, no sé descansar,
¿qué más da el mundo, qué más da el azar?
Escribo mi vida, libero ansiedad,
quizás sea cierto, quizás sea verdad.
Pero a fin de cuentas, ¿qué más da?