
No duermo, o duermo menos que un reloj atómico, ya lo he comentado antes, y eso, ¿a que es debido?, supongo a que nuestro cerebro, es más inteligente de lo que pensamos, incluso en aquellos que parecen, la mayoría lo son, tontos de baba.
¿Qué quiero decir con esto?, que ese cerebro, se da cuenta, aunque no lo pensemos, de que la vida que llevamos, la que nos rodea, esa en la que lidiamos todos los días, es más preocupante, mucho más, de lo que queremos reconocer; la familia, los pagos, el trabajo, los políticos, pero no en sentido estricto, si no en lo que nos afecta a cada uno; que si me despiden, que si me suben los impuestos, que si mi esposa no se comunica…, creo que no hace falta seguir, algunos de esos sucesos, incluso los miramos con cierta afinidad en el desarrollo, el trabajo que odias, la esposa que te agobia, mil cosas, pero al final, cuando te encuentras contigo mismo, es cuando no puedes disimular, menos aun mentir, así que al final, lidiar con el todo más difícil de todos, contigo mismo, y te entra eso que es darle vueltas a la cabeza, más que el hueso de una aceituna en la boca de un viejo.
El ventilador, no el que gira para enfriar, si no lo que haces en la cama, dando vueltas para intentar conciliar un sueño que no llega, que hará que al día siguiente seas un zombi, con menos fuerza que un señor de determinada etnia en un juicio, pero al final, nada, o algo peor, pero nunca lo suficiente.
Así que solo queda una opción los pan, no hablo del dios Pan, del dios de los pastores, ni del alimento que cada vez es menos fundamental, hablo de esos medicamentos que nos ayudan a conciliar el sueño, con mas efectos secundarios que la radioactividad, pero a fin de cuentas, ¿Qué es peor?, hablo del diazepam, tepazepan, Zolpiden… que se empiezan a tomar en dosis de un miligramo y terminas por metértelas como si fueran caramelos…, pero no pasa nada, además que no le interesa a nadie, si, a nadie, que revientes como el lagarto Jaén, si, la leyenda del Lagarto de la Malena, un monstruo que, según cuenta la tradición, solía rondar por las calles de Jaén; en la leyenda, el lagarto era conocido por su gran apetito y por comer de forma voraz, hasta el punto de reventar por la gula, que en este caso no es de comer, sino de inflarse de ansiolíticos.
Así, que hemos pasado a formar parte de ese maravilloso lugar del primer mundo, estamos como ellos o peor, así que, ¿Qué puede salir mal, cuando el pueblo es feliz, aunque sea a costa de tomar pastillas como si las regalaran?
Todo esto me recuerda la novela un mundo feliz, donde a los trabajadores-esclavos, para que fueran felices, le daban una droga llamada “Soma”, que hacia que fueran felices a pesar de que estuvieran mas puteados que un autónomo, el caso, que en estas estamos, felices, felices, lo que se dice felices…