Las Rosas

Las rosas,

¿Cuántas espinas tienen?

Menos que la vida,

Donde más duelen,

Desengaños, traiciones,

Mentirosos, ladrones,

De todo te sucede,

Mientras pasas tranquilo,

Sin saber que, en un segundo,

Todo cambia,

Y el color más vivo,

Se vuelve a tonos sombríos,

De los que apagan el alma,

De los que te dejan en vilo,

Estertores, crujido profundo,

Del alma que se rompe,

Con un sonido rotundo,

Ojos que no quieren mirar,

La maldad y su profundidad,

Hasta que lugares llega,

Hasta donde su inquina,

Que es a lo que destinan,

Toda su maldita existencia,

Y nosotros,

Con esa estúpida inocencia,

Caminamos a su lado,

Sin dar ninguna incumbencia,

Y al menor de los descuidos,

Cuando todo parece estar en calma,

Sin apenas un sonido,

Se nos roba el alma,

Que si algún día retorna,

No será de la misma forma,

En que nos fue sustraída,

Y nadie se queja,

Nadie levanta los puños,

Solo todos se resignan,

A ser muñecos destruidos,

Y ya no resuena la vida,

Ya nada bueno florece,

Todo lo que merece la pena,

En poco fenece,

Y esas pocas alegrías,

Que parecieran dejarnos,

Desaparecen en días,

Nadie debe de amarnos,

Debemos de permanecer vacíos,

Inundados del hastío,

De los que ya no tienen alma,

Y caminan vacíos,

Por las enormes ciudades,

Donde las locas vanidades,

Viven en esas extrañas alturas,

Donde nunca el sol alumbra,

Aunque los párpados quemen,

Pues sigue siendo vacío,

Seres que devora el hastío,

De esos lugares impíos,

En los que viven inertes,

Los seres vacíos de alma,

Que llenan sus manos de enseres,

Para atrapar esa calma,

Hasta que al final fenecen,

Pues nada de lo que acontece,

Les salvará la vida.

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