Tras la ventana, luces al fin,
en bacanal de colores, mil,
iluminando balcones que son,
flores de luz, bajo el sol.
Raíces de plástico al compás,
hojas de metal, todo en paz,
parpadeos locos en su maldad,
mentes sin mal, sin compasión,
repeticiones de tonta razón.
Colores imposibles de ver,
composiciones que no pueden ser,
aires de mediocridad al viento,
y la noche se esconde en su lamento.
Las flores del hombre son arpías,
que surcan cielos, sucias y frías,
y ahora se multiplican sin más,
sin gasto, sin alma, sin paz.
Adiós a la oscuridad sin fin,
el planeta arde, la chispa en el confín,
se quema de simplicidad cruel,
en las luces locas de aquel laurel.