
Cansancio,
cuando el cuerpo ya se rinde,
y te grita: «Para»,
pero no lo oyes, sigues,
destruido,
con los huesos rotos,
pero avanzas, como si nada,
los tendones gritan,
los músculos caen,
pero sigues.
Cuando los huesos
se deshacen al doblar,
lo que debía ser firme,
y al final, si lo consigues,
la satisfacción,
incluso si no,
el saber que aún rotándote,
la voluntad,
triunfó.
Y al mundo,
y a ti mismo, le mostraste,
que luchaste más allá de donde otros se pararon,
es la última reflexión,
que parece inútil,
pero te sirve,
te hace crecer,
te hace más grande.
Y al final,
en la siguiente batalla,
que vendrá,
quizás ganes,
porque sabrás aguantar,
incluso sabiendo,
que tal vez no ganarás.