
La soledad es mucho más
que un simple y vano pensamiento.
No es solo el número o el tiempo,
es la condena de este umbral.
Sientes que todo es tan ajeno,
que nadie queda en tu sendero.
Nada te importa, ya sin freno,
pasó la era del venero.
Cuando pudiste dar aliento,
todos vinieron a tu amparo.
Mas hoy, cansado y olvidado,
nadie te busca en el desvelo.
Y te recluyes sin reparo,
donde la sombra es compañía.
Solo la muerte, fiel vigía,
aguarda el último descaro.
Miras la luz de la pantalla,
fría, inmutable, indiferente.
No hay un reflejo de esa gente,
ni un eco queda de su estampa.
Pasó tu tiempo, navegante,
pasó el fulgor de tu talante.
Solo el olvido se avecina,
y es su sombra la que camina.
Déjate hundir en el sillón,
sin esperpentos, sin clamor.
Que en tiempos de charlatanía,
mejor la muerte que la vida.