
Soledades, cruel espanto,
abandonos, vil condena,
la vida nos quiere en llanto,
sin amor, sin luz, sin pena.
Se lleva padres y madres,
a los seres más queridos,
y nos deja en sus umbrales,
con recuerdos malheridos.
Nos obliga a ser callados,
a ocultar lo que sentimos,
a vivir en los pecados,
de un infierno sin testigos.
Que al llegar a este sendero,
no hay razón para alegría,
pues nos roba lo sincero,
y nos deja en agonía.
Mundo negro y retorcido,
prisionero de su abismo,
sucio, frío y corrompido,
encerrado en su egoísmo.
Si eres fiel, tendrás tu cielo,
donde espera un ser mayor,
mas si el alma no da un duelo,
sólo habrá desolación.
Caminamos solitarios,
por pasillos sin final,
y sentimos en los labios,
el sabor de un mal fatal.
Y en mi pecho, un mal latido,
un temor que va y que viene,
es un eco malherido,
del tormento que nos tiene.