
Añoro playas cuando oscurece,
cuando este frío mi alma estremece,
cuando el amor entre cañas crece,
y el mar me arrulla con su esplendidez.
Silente arena, olas de cuna,
murmullos hondos bajo la luna,
y aquí, aterido, junto al gran río,
sólo contemplo sucio desvío.
Anhelo el viento con su salitre,
la arena blanda donde transite,
el crujir de conchas bajo mi paso,
en playas vastas sin rumbo escaso.
Mas ya no están en mi horizonte,
sólo el invierno con su azote,
y en la escarcha que al alba llora,
pido a un dios que no se implora.
No quiero un cielo de eterna calma,
quiero las playas que sanan mi alma,
quiero la arena, su tibia brisa,
quiero las huellas que el mar desliza.