Caminos de cambio, sendas inciertas,
de pies que sangran, de mentes yertas,
hecatombes, ruinas, sombras despiertas,
reyes que caen, reinas desiertas.
Amos que mandan, siervos vencidos,
lugares bellos, ya sin sentido,
su nombre extingue el viento herido,
todo es ceniza, todo es olvido.
Los vastos campos, antes poblados,
yacen deshechos, desfigurados,
luz que agoniza, sueños quemados,
resplandores mudos, ecos callados.
Cuchillas ígneas cercenan frentes,
mareas de odios, gritos de gentes,
cadenas nuevas, viejos torrentes,
fuerzas dormidas vuelven candentes.
Avalancha torva, rabia salvaje,
aniquila todo, borra linaje,
lo que fue grande, suplica ultraje,
y en la penumbra muere su encaje.
Nada perdura, nada se cuenta,
ni en la memoria queda su imprenta,
y en los libros, letra sangrienta,
no deja rastro de su tormenta.