
Rescoldos quedan, brasa inerte,
de aquellos fuegos impetuosos,
que parecieron ser tan fuertes,
y hoy son cenizas, vanidosos.
Dolor que pesa, sombra oscura,
eco de ausencias y abandono,
la vida es danza que tortura,
un llanto frío, cruel y mono.
Y en cada lágrima que llora,
cae un destello, hierro y hielo,
como un adiós que se evapora,
lágrimas puras… de puro acero.