
La vida es un relámpago,
golpe fugaz, fulgor sombrío,
brilla en la noche un hálito,
mas deja sombras y vacío.
Un valle triste de aflicción,
donde el dolor jamás descansa,
eco de miedo y decepción,
látigo cruel que al alma lanza.
Los corderos tiemblan quedos,
sin más defensa que su llanto,
pues entre lobos van sin miedos,
siguiendo el mismo rebaño santo.
Mas hay quien calla y se somete,
sin rebelión, sin voz ni brío,
y al fin sucumbe sin machete,
cayendo al foso, muerto y frío.
Si el lobo viene y no os movéis,
si os devora con cruel orgullo,
pues bien, malditos, lo sabéis,
morid callados, sin arrullo.
Así os observo en la agonía,
sin una queja, sin reproche,
esperáis mansos la caída,
como quien duerme en negra noche.