
Escribo, escribo sin pausa,
como si en ello encontrara
la razón que me amparara,
la verdad que nunca causa.
La tinta muere, se agota,
el bolígrafo se apaga,
pero mi mente no embarga
su torrente que se nota.
Y aquí estoy, entre papeles,
con relatos y con versos,
con historias que, en reverso,
reviven sueños y fieles.
Novelas, cuentos, poemas,
que a mi lado se despliegan,
como sombras que navegan
en mi mente y sus emblemas.
Sensaciones que me asaltan,
como ráfagas de viento,
que me elevan un momento,
y en la nada se resaltan.
Picos altos de alegría,
simas hondas de agonía,
donde al cielo me propulso,
y a la tierra caigo en pulso.
Ese es mi día constante,
mi jornada sin sosiego,
y aunque el arte es mi labriego,
hoy lo miro y soy distante.
Pues este día, entre estrofas,
entre tinta y melodía,
como tantos que tenía,
solo es negro, sin más cosas.