
Hoy recuerdo aquellos tiempos,
que el ayer embellecía,
envolviendo sentimientos
en la bruma de otro día.
Tu rostro, que era un olvido,
de las sombras resurgía,
del rincón más escondido,
donde en calma yacía.
Suspiros ya no florecen,
pues nada queda añorado,
los recuerdos desvanecen,
como un sueño abandonado.
Aquel ardor que tuvimos,
cuando el ansia nos ardía,
y en las sombras revivimos,
noche y sol en armonía.
No llamaría dichosos
los días que han perecido,
pues si fueron tan penosos,
es que ya estaban perdidos.
Si la pátina despejas,
que el tiempo en ellos dejara,
solo quedan vagas quejas,
de una historia ya cerrada.
Nada queda de aquel hombre,
ni del sueño que abrazaba,
hoy es otro, con un nombre,
que ya ni se recordaba.
Solo el eco de un reflejo,
de un susurro que callaba,
pues si el alma queda lejos,
al final… no queda nada.