
Ciudades de hueso,
De porcelana fina,
Donde los ángeles de carne,
Se derraman en las penas,
Que quieren vida,
Después, como despojos,
El apetito saciado,
Caen en el asfalto,
Como lo que son,
Hijas de otra jauría,
Que ofrecieron,
Abierta de piernas,
Lo único que poseían,
Y roto el embrujo,
El ansia saciada,
Para nada sirven,
Y los ángeles de carne,
Escupen en sus entrañas,
Y la que quedo encinta,
Descuido de cama,
Cree que la vida será,
Algo más clara,
Clínicas oscuras,
Donde vaginas se abren,
Y en úteros se busca,
Que no quede nada,
En las flemas,
Que deambulan,
Ofreciendo carnada,
Que cuenten la miseria,
Que les tiran a la cara,
Que lloren a dioses,
Que nunca harán nada,
Esclavas inertes,
Carne maltratada,
Quizás estés mejor,
Que en la fábrica tratada,
Pero nadie te quiere,
Aunque seas de la manada,
Mejor ruega a tu dios,
Que venga la gran explosión,
Que no quede nada,
Que solo se vea el color,
Amarillo de la extinción,
La que piden los pobres,
Los abandonados,
Que nacieron,
Sin que importaran nada,
Si, ruegan en las oscuras callejas,
En los lugares olvidados,
Que explote la vida,
Que no quede nada.