
Soledades y murmullos,
ecos de oscuridades,
pasos en caminos ocultos,
en sendas sin sonoridades.
Pisadas huecas,
de caminantes descalzos,
en aldeas de montañas,
que al cielo lanzan rezos altos.
Sonidos de tormenta,
nubes negras cargadas de hielo,
que lloran sobre valles muertos,
de ríos secos, sin consuelo.
Caminos en los mares,
estelas perdidas en miedo,
alboreadas tristes,
de dolores sin remedio.
Olvido, como pócima de mago,
recuerdo como venganza y letargo.
Siluetas, sonidos,
de mujeres cojas en desamparo,
que lloran en callejas sombrías,
ofreciendo sexo amargo.
A seres muertos y fríos,
caminos desnudos de hijos no nacidos,
entre la basura, la muerte llena,
y la esperanza muere,
aunque ya lo supiera.
Callejas oscuras,
donde mujeres cojas lloran,
pidiendo algo,
aunque solo sea sexo,
a almas rotas que imploran.
Esperpentos henchidos,
en las putas cojas que deambulan,
entre la vida y la muerte,
en sombras que nunca se anulan.