
Tiempos oscuros,
de golondrinas negras y sus conjuros,
de alas pesadas que caen vencidas,
dejando en el suelo sus vidas perdidas.
Enjambres de moscas y tábanos fieros,
que pican pezuñas de tordos ya muertos.
Caminos cegados por barro y su peso,
arroyos helados de nieve en su exceso.
Carámbanos flotan cual dagas de hielo,
entre trozos rotos, un frágil desvelo.
Nubes que amenazan tormentas eternas,
ciclopes ciegos con miradas tiernas.
Y playas inmensas, vastas, infinitas,
que acaban muriendo en arenas marchitas.