
Cuando todo calla,
Solo queda el silencio,
Y el eco que estalla
Del recuerdo inmenso.
De tu mirada pura,
Y nada más veo,
En la mía, que la dulzura,
Que ya no poseo.
Todo lo demás,
Apenas es sombra vana,
Solo el silencio es capaz
De recordar tu mirada lejana.
Lo último que dijiste,
Lo que tus ojos miraron,
Tal vez ya no existe,
Pero en mí se quedaron.
Silencio, no ver nada,
¿Acaso olvidé tu cara?
¿Tu semblante amado
Que en mi alma estaba?
¿Partió de mi memoria
Para no doler la herida,
Que aún, en su historia,
Sigue ardiendo en mi vida?
Quizás cada día menos,
Porque poco a poco muero,
Con la simpleza de tu belleza,
Que me dejó en desespero.
Con la boca abierta,
Con el corazón baldío,
Muerto y desierto,
Desde que te has ido.
¿Dónde te marchaste,
Amor mío sincero?
Que en mi vida dejaste
Un vacío entero.
Ángel que fuiste,
Ahora en demonio tornaría,
¿Dónde está tu infierno,
Donde por ti sin duda ardería?
Afanes de alma olvidada,
Que, en su postrera agonía,
Se da cuenta, desesperada,
De que no tiene nada.