
Queramos o no queramos, de nuevo, otro año más, estamos en Navidad, ese período en que por decreto ley, tenemos que ser felices como si fuéramos estúpidos de baba, pero lo cierto, es acidez aparte, que es necesario, durante unos días al menos, dejar la navaja en el cajón de los olvidos, no morder si no es necesario, saludar al gilipollas que te quiere quitar el puesto, al cuñado que siempre es lo que es, a la suegra, la pobre, que algunas veces, hasta es buena, y no es broma, que de todo hay…
Así que aquí estamos, no para desearos feliz Navidad, para eso hay miles de perseguidores de quimeras que se lo creen, no, escribo estas líneas, no para los felicísimos, que los hay, y muchos, no, estas líneas son para los solitarios, recordándoles a los que no tienen porque estar solos, que la soledad no es buena compañera, que transijan un poco, que al final, al menos algunas veces, devuelve más de lo que se da, pero sobre todo, estas líneas son para los que pasan las navidades, mirando los deleznables programas de televisiones que ya están quedando para nada, pero que mejor que nada…, recordándoles, que son importantes, que deben de serlo, que no pasa nada porque la sociedad se haya vuelto imbécil y malvada, no, eso no es importante, lo importante son ellos, los que comen ese plato en soledad, cuando si se atragantan con las uvas, nadie les dará un golpe en la espalda, los que…, esos, los solitarios, que sois importantes, fundamentales, que me gustaría que nadie estuviera solo, que…, mil cosas, pero solo eso, a los demás que tienen, pues que los disfruten, a esos, los que la soledad acompaña, darles el calor que necesitan, aunque fuera el de una central nuclear, algo emotivo que los hiciera sentir menos solos, eso es lo que quisiera, solo eso.