
Cuando oscurece, la vida se consume,
siluetas vagas, sombras que se asumen.
Marionetas de un mundo sin promesas,
salen de paredes con viejas espesas.
Entre las manchas de humedad que lloran,
de rincones donde los sueños se imploran,
mueren las ilusiones desgastadas,
en telarañas de vidas atrapadas.
Arañas negras, de muerte tejedoras,
caen al polvo, sepultan sus horrores.
Bichos pintados, fantasmas animales,
corretean en círculos infernales.
Manchas oscuras, de olvido reciente,
pecados muertos que laten silentes.
Maldades vivas, de seres cansados,
perdidos, huyendo de sueños pasados.
Cuerpos deshechos, almas abatidas,
errantes sombras en mentes perdidas.
Y mientras oscurece, vienen los miedos,
por huecos y caminos, por surcos quedos.
La oscuridad crece, como un cadáver,
un viejo muerto que no deja de arder.
La luz se aparta, la noche se adueña,
y la soledad, en su negro, se empeña.