
La penumbra,
solo la compañía que alumbra,
la sombra iluminada,
de un monitor, mi vida velada.
Mundos imposibles se hacen visibles,
a quienes odian lo tangible,
y en la totalidad se zambullen,
un súmmum donde las almas confluyen,
en lugares llenos de gente,
que vive, inconsciente,
sin la vida verdadera,
buscando una salida certera.
Tan real como cualquier historia,
llena de desafíos, de muerte y de gloria,
donde, si el cansancio te abraza,
puedes dejarlo y sin amenaza,
volver a entrar sin demora,
y no importa la hora.
Si no te agrada el intento,
si te deja un mal sentimiento,
te matas, renaces,
cambias las fases.
Otro juego que al alma no daña,
sin soledad ni de la vida la saña,
solo basta un clic sencillo,
y renaces, sin atisbo de grillo.
Empieza el juego a rodar,
el jugador sin miedo a dudar,
escoge una ruta distinta,
nuevos aliados, vida nueva, distinta.
Nuevo cuerpo, otra visión,
no se sufre, todo es control.
¿Quién querría esta vida maldita,
llena de pena infinita,
cuando un mundo sin temor,
espera tras un botón, sin dolor?