
Canciones de amor,
Siempre inacabadas en su lamento,
Es el sino, el final de la ilusión,
O uno de los amantes muertos en el viento,
Perdidos en el caos, en la confusión.
Muertos…, ¿qué sé yo?, sólo sé
Que la vida no es prolija en amor,
Sino en miseria, en caos, y en su cruel fe,
Siempre habrá para todos un dolor mayor.
Algo que no tenga solución hallada,
Y por esa sola pregunta alzo la vista,
A ese solitario cielo en su morada,
Y sin echar aliento, pregunto en la pista:
Seguro de la respuesta, cielo,
¿Oye, cielo o creador que eres,
Si acaso existes, y en este suelo,
Mundo de dolor y miseria, ¿lo ves?
Casi todos los humanos padecen,
Gimen, lloran y en la penumbra caen,
Así que espero que al fin merecen,
El paraíso que prometes y atraen.
Pues los que sufren y lloran a gritos,
Merecen a todas luces en su vuelo,
Ese lugar que anuncias bendito,
A ese cielo puedan llegar con desvelo.
Y siendo malo o bueno en su camino,
A ese lugar puedan subir y habitar,
Y por cada segundo sufrido y fino,
Un milenio de alegría podrán disfrutar.
De ser feliz hasta el hastío profundo,
Que el sufrimiento en cuento se vuelva,
Tan bueno será, que ni en este mundo,
Se pueda contar lo que el alma resuelva.