Albores de Esperanza (Rima)

Albores de esperanza,

el día comienza a nacer,

árboles de sombra densa,

la mano al viento al correr.

Apenas el sol asoma,

frío o calor, ¿qué más da?

Luces que ya no importan,

en la senda al caminar.

Distancias de la locura,

cansancio que no perdona,

luchar contra la negrura,

con la sonrisa que no asoma.

Parada obligatoria,

cuerpo y alma en reposo,

un jamón en la memoria,

en cualquier bar apestoso.

Pero al final solo importa

esa tostada mordida,

y el día sigue su ruta,

y la corbata ajustada,

siempre en revista prevenida,

la suerte ya está lanzada.

El cansancio bien guardado,

la sonrisa preparada,

y la alegría sacada

de un rincón olvidado.

Llega la mano sudada,

del puerco que te espera,

sonrisa siempre ensayada,

y la charla que desespera.

“¿Sí?, ¿no? ¿Qué más da?”

sigues con la misma entrega,

mano tras mano dada,

y el siguiente que te llega.

Al fin alguien asiente,

y con eso llevas pan,

a tu casa, suficiente

ese día no se dio mal.

Comida de ratas, barata,

café que te rompe el sueño,

una lucha casi ingrata

pero hoy, quizás, buen empeño.

Bajo el árbol solitario,

vences la tarde de guerra,

y el día sigue su horario

en la batalla de esta tierra.

Regresas sin la mano al viento,

pero respiras profundo,

mañana, con el mismo intento,

más y más, en este mundo.

Sonrisas, caras y manos,

el cansancio se repite,

el tiempo se va lejano,

pero la comida persiste.

Contratos a fuerza de vida,

de puerta en puerta entregada,

en el viaje sin salida,

con la sonrisa cansada.

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