Crónica de los Atardeceres Vacíos (Rima)

Crónica de los atardeceres vacíos,

cuando el caos se disipa en susurros fríos.

El primer suspiro del día que nace,

y una lágrima que no vive, no crece.

Todo borroso, todo difuso,

la vista cansada, ya no rehúso.

El color de la vida, poco agradable,

aúlla como un perro incansable.

Silencios simples, palabras calladas,

conversaciones rotas, ya olvidadas.

Un cigarro en la mano, consumido solo,

la tele encendida, aúlla el lobo.

Silencio de voces, de ecos huecos,

de imágenes vacías, como reflejos secos.

La soledad que grita en cada rincón,

llanto de un bebé, un coche en colisión.

Moto que zumba, ruido en la calle,

gritos que hieren, soledad que calle.

El cigarro ya muerto, consumido entero,

y hoy, como siempre, no hay nada bueno.

No hay cena, no hay vida,

solo la cama vacía y fría.

Mañana, un bucle repetido,

un día más al infierno vivido.

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