
A veces el alma grita al aire,
quiere soltar el peso, lo rutinario.
La vida, mutila con sus golpes diarios,
ahoga despacio, con mano de verdugo.
Es simple, es certero y doloroso,
como el filo del cuchillo sigiloso.
Es la certeza de lo perdido,
agrieta entre el ser y el sentido.
Quien creemos ser se desvanece,
quien realmente somos, aparece.
En el espejo, esa figura ajena,
es nuestra, aunque nos duela.
¿Eso somos? Lo que se refleja,
¿tiene alma o es una sombra vieja?
La duda cala, por dentro nos inquieta,
y la mentira a uno mismo, es la respuesta.