
Ecos de tardes pasadas,
En la acera ardiente,
Con la inocencia alzada,
Y el juego en la mente.
Canicas en hoyo hueco,
La lima que se hunde,
En el albero seco,
Que tu mano sacude.
«Resconder», cuentas cien,
Y correr sin pensar,
La ducha lejos está bien,
El hambre no va a esperar.
Comer hasta hartar,
Que la vida es fugaz,
Amigos para jugar,
Amigas a las que vas.
Y no sirven para nada,
Solo para tontear,
Levantarles la falda,
Y el mundo admirar.
Carreras desenfrenadas,
Gritar hasta estallar,
Caer en la cama agotada,
Sin nada más que pensar.