Cuando cae la noche y Morfeo se asusta,
llegan los sueños rotos, tu esperanza exhausta,
el sabor ácido de la realidad cruda,
de que solo somos grises, como sombra muda.
Invisibles, nada hemos conseguido,
la vida sin nosotros hubiera proseguido.
Agobio, sensación de un inmenso vacío,
no pasa nada, todo es tan sombrío.
Solo somos eso, una mota de polvo fina,
en el infinito desierto, vida mezquina.
Inanes, olvidados, el mundo indiferente,
nuestra mirada aterrada, es inconsecuente.
Y la vida sigue, y mañana, si no despertamos,
nada cambiará, aunque ya no vivamos.
Algunas lágrimas, pocos los lamentos,
y en el vacío eterno, sin más pensamientos.
Lo vivido, lo amado, lo sufrido en existencia,
lo superado al fin, ya salió la sentencia.
Nosotros mismos, al fin, no somos nada,
poco más que polvo en tierra indeseada.
Aún muertos, no somos vida ni piedra marcada,
solo eso, solo polvo, solo nada.