Tiempos de agobio y de pesares,
cuando todo es sombra, y males.
Lo borroso llena tus cansados ojos,
confundiendo tu mente con trampantojos.
Tiempos de incertidumbre y angustia,
de mulos ciegos, de carga injusta,
urdimbre pesada que al mar se abre,
y tus dolores al infinito se abren.
El alma vuela con extraña presencia,
aquella que olvidaste en la ausencia.
Tiempo de mirar el blanco encalado,
que calla lo dicho, lo ya olvidado.
Te deja en silencio, contando al oído,
cosas que no quieres, lo no entendido.
Te pierdes en lares de muñecas tristes,
abiertas y frías, miras mientras te vistes.
Vacío de hombre, muerto en su vuelo,
agónicas almas, de gris desvelo.
Divides el alma en sueños perdidos,
rotos recuerdos, en días vencidos.
Y la vida sigue, carne en su carne,
sin alma en juego, de modo infame.
El que da muerte, la que recibe calla,
la vida es juego, un sinfín de batalla.
Ríe descarada, la cara malvada,
de la que te atrapa, ya derrotada.
Soledad en mares de cuerpos cansados,
perdidos recuerdos, en ojos nublados.
Vuelves a la soledad, en la noche esperada,
sonríes al día, sin prisa ni nada.
Libre del engaño, de trampas y olvido,
el vacío se siente como bienvenido.
Pues al final del día, la verdad regresa,
Y es la soledad, al fin, tu mayor promesa.