
Hoy soñé que soñaba
con los ojos abiertos,
en la noche oscura,
pero despierto.
Y mi alma se perdió en recovecos,
en la calma que encierra los recuerdos,
en los malos momentos,
en los tiempos buenos.
Y mi alma susurró al oído de mi cuerpo:
«Despierta, alma cansada,
¿quieres ser muerto?
Pues lo que más mata,
amigo mío, es el recuerdo.»