
Ya nada queda de lo que vivimos,
apenas el recuerdo
de cómo un día fuimos.
Se abandonó la cordura,
se nos perdió la cabeza,
fuimos locos de locura,
y nos amamos en la hoguera.
Perdimos la cordura,
ardió nuestra entereza.
Hoy, sensato y tranquilo,
con la barriga llena,
me siento y miro a lo lejos,
pensando en lo que tuvimos.
Ya nada me falta,
ahora tengo de todo,
de todo…,
menos tu cariño.
Aquellos fuegos
quemaron mi alma,
y a mi corazón con ellos.
Aquí me ves mirando,
esperando que aparezcas,
aunque sé con certeza
que nunca volverías.
Pero quizás la esperanza
es lo único que resta.
Ya no me falta nada,
solo me sobra la certeza
de que, perdido tu amor,
nada de lo que queda,
ni de lo que vivo, me interesa.