
Ya me cansé de esperar,
ya me cansé de la espera.
Tengo que forzar la marcha
para salir de esta ciénaga entera.
Nací quizás por descuido,
quizás por un amor eterno,
quizás no debí venir
a este maldito infierno.
Nunca tuve un lugar
que pudiera llamar mío.
Perdí la virginidad
apenas recién nacido.
Es difícil florecer
entre flores de mentira,
es fácil caer de rodillas
cuando la vida te hostiga.
Crecí porque era crecer,
alejado de mi camino,
con ese miedo, ese dolor
que siempre busca el destino.
Y nunca encuentras salida,
porque todo está trucado.
Nacer en cuna de oro,
nacer en sitio olvidado,
¿Qué importa de dónde sales,
cuando la vida de por sí
te deja muerto al poco,
sin oportunidad para ti?
Cuerpo grande, miedo enorme,
soledad de los pobres,
de aquellos que olvidados,
solo miran de reojo.
Y esa torva mirada
se traduce en puñalada,
maldita sea la madre
del que te ataca por la espalda.
Yo no pedí nacer,
ni pedí que me ofendieras.
Por eso, si tú eres más
solo por tener riquezas,
antes te mato que muero,
y la cabeza no bajo.
Estamos ya de prestado,
¿qué más da cómo te vas?
Maldito hijo de perra rica,
que saliste del mismo lugar,
y lloraste al momento,
y ahora ofensas al viento.
Sin dientes que te he arrancado,
y aunque me llevan con grillos,
que sepan que he disfrutado.
Nadie es más, nadie es menos,
si hay que matar, se mata,
pero no agaches la cabeza,
ni asientas sin convicciones,
la vida es demasiado corta
como para no echarle cojones.