Tras la ventana la noche se cierne,
El ruido monótono de los coches
Parece que, poco a poco, disierne
Y la sinfonía de motores atroces.
Tras de la ventana otro mundo asoma,
Escondido, oculto, en la sombra inmerso,
Muerto al alba, más con la tarde, aroma,
Y el ocaso lo enciende en su universo.
Salen de oscuros callejones viejos,
De los antiguos libros ya olvidados,
Historias que dormían entre espejos,
Que en la sombra reviven, recordados.
Los recuerdos borrados, casi yertos,
Renacen bajo sombras clandestinas,
En esta hora de brujas, en desiertos,
Donde mueren paredes por esquinas.
Escaleras vencidas, húmedas cruces,
Con papeles cansados, ya marchitos,
Cayendo sobre su dolor de luces,
Mostrando almas viejas de mitos.
Otras vidas moraron estos muros,
Otros sueños, quebrantos y dolores,
Muertos que en las sombras fueron puros,
Hoy borrados por ruido de clamores.
Estanterías vacías que antes vivían,
Y ahora solo muestran polvo y dudas,
Memorias de quienes en sombras caían,
Historias perdidas en horas mudas.
¿Cuál es la verdad, cuál la fantasía?
La línea del tiempo es quien decide,
Qué vida es real y cuál dejaría,
Qué será olvidado o lo que quisiste.
Miras ahora, como miraron antes,
Y serás olvidado como ellos fueron,
Sin memoria, ni vida en instantes,
Como tantos que ya se perdieron.
No queda trazo, ni huella sentida,
Solo sombras y un alma vacía,
Que grita en silencio la historia vivida,
Que muere sin más, en su fría agonía.