Son tantos los años que he dejado,
Aquí, en silencio, navegando,
Sobre este cuerpo ya ajado,
Que en otro tiempo fue imponente,
Ahora más que nada, agotado.
Es hora de despedida,
Pero aún resisto, no me voy,
Por aquellos que aún me piden,
Que continúe en la vida, hoy.
Pobres de vosotros, hermanos,
Si al mirar mis tiempos, cansados,
No veis que he cumplido,
Que he sido de todo, o casi,
Que aunque la vida se haya ido,
He logrado lo que me propuse,
Y por el camino, todo lo he vivido.
He tenido entre mis brazos,
La belleza de lo más querido,
He sentido en mi piel,
Caricias que nunca he merecido,
De mi amante, de mi amada,
De mi vida, de mi calma.
He acariciado a mis hijos,
En sus primeros latidos,
He contado mi historia,
Y hasta he narrado mis pasos perdidos.
Y aquello que callo,
Que en mi silencio guardo,
También me ha marcado,
Porque también se ha grabado.
Aún tengo la fuerza,
Como un toro herido,
Como un león de melena
Que ya está encanecido.
No os acerquéis, hienas,
Cuidado, buitres al vuelo,
Que este cansado cadáver
Aún guarda su último aliento.
Y así, no me iré solo,
Por el vacío desierto.