
Quiero un pequeño cementerio
Plagado de árboles grandes
Recoleto y escondido
Entre los pocos pasillos
De escasos enterramientos
Quiero pasar desapercibido,
Pero no reposar en gentío
Quiero que alguien que pase,
Aunque no mire me vea
Quiero que solo una roca
Sea lapida de mi enterramiento
La quiero blanca, con motas grises
Con fallos, no con adornos.
Quiero que salga el musgo
Entre sus irregulares bordes
Quiero que sea sombra eterna
La que tape mis errares
Quiero hierba fresca
Que acaricie los gruesos bordes
Y que la lluvia la moje
Con lágrimas de cielo y alma
Quiero que en la neblina
Que se forma en la mañanas
Rocío deje sobre ella
Que quizás, si es posible
Hiciera como que llora
Quisiera ese campo santo
A pesar de no creer en nada
A la sombra de una iglesia
Que sea mi postrer morada
Que aunque nadie visite la piedra
Y aunque ya nadie recuerde
Quien bajo ella yace
A la sombre de la iglesia
De los tupidos arboles
El que fui yo descanse
Con el rocío de la mañana
Entre la niebla abundante
Tendido en el mullido musgo
De los atardeceres de montaña
Y olvidar que he vivido
Olvidar toda la carga
Y dejar el peso afuera
A la sombra de la iglesia
Bajo los árboles grandes
Donde la niebla me esconde
Donde descansa mi alma