Penetré en el Bosque de la Vida (Rima)

Penetré en el bosque de la vida,

Entre hojas caídas,

De un otoño sombrío y hermoso.

Caminé bajo nubes,

Entre árboles erguidos,

Diversos en su ser,

Que al final, igual se ven,

Paseé por sendas de ramas vivas,

Iguales todas, ninguna altiva,

Grandes, pequeñas,

Erguidas, vencidas,

Delgadas, fuertes,

Tramadas, caídas.

Todos iguales a la vista,

todos a su forma, altiva.

Caminé despacio,

Por el bosque perdido,

Donde los árboles,

A cada paso, ofrecidos,

Con sus hojas vivas,

Con sus hojas caídas.

Caminé incontables días,

Todo igual en mi huida,

Vivo y sin vida,

Y penetré un día,

Sin recordar el motivo,

Ni por qué sucedió.

Una presencia que me llamaba,

Que sin querer, me atraía.

Seguí el sendero,

Avanzando, retrocediendo,

Buscando el árbol que siempre veía,

Requebré en caminos,

Me perdí en senderos,

Sin quererlo, regresaba

Al mismo árbol que buscaba.

Cansado de la búsqueda sin fin,

Me planté ante él, con aire sutil,

Nada esperaba, nada buscaba,

Pero el árbol, aunque igual,

Era diferente en su esencia total.

Lo miré mil veces,

Noche tras noche, día tras día,

Te pensé en el sueño y en la vigilia,

Te observé desnuda

Sobre tu tronco rugoso,

Arañé tu superficie,

Buscando lo que no entendía,

Eras tú, sin duda,

Entre el bosque enorme de la vida.

Me paré ante ti, una noche,

O quizá en el día sin reproche,

Y en un instante entendí,

Que eras igual, no, diferente en mí.

Te tomé de la mano,

Me planté a tu lado,

Y dejé que mi tronco,

Clavara raíces a tu lado.

Extendí mis ramas,

Clavé mi vida al suelo,

Para quedarme contigo,

En el bosque inmenso y eterno.

Que al final, aunque no quieras,

Es el que crea la vida entera.


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