Me Senté una Tarde (Rima)

Me senté una tarde, en sombra naciente,

Debajo del árbol de la vida presente.

Contemplé el paisaje, en soledad perdida,

La multitud errante, en su marcha fingida.

El no mirar al vecino al caminar,

¿Para qué nacemos, si al andar,

Menos personas aprendemos a amar,

Y el alma descreída nos hace dudar?

¿Merece la pena nacer y andar,

Cuando al final, sin quererlo notar,

Dejas en la cuneta tus sueños y fe,

Persiguiendo ilusiones que se desvanecerán?

Lo más nimio de la vida disfrazas,

Tras el brillo de oropel, te atrapas,

Y en esa búsqueda incesante y vana,

Destruyes la vida, que pasa lejana.

Miré hacia arriba, cuello hacia el cielo,

Solo hojas verdes, sin fruto ni vuelo.

La vida se muere, amigo querido,

Cuando dejamos de regar su sentido.

Primero serán las hojas marchitas,

Después la savia, y las raíces malditas,

El tronco se endurece, seco y vacío,

El destino se cumple, cruel y frío.

Pasará todo, se irá el lamento,

Quedará solo el duro tormento.

Pensaremos en lo que hemos perdido,

Lloraremos por lo que no hemos vivido.

Se acabará la esperanza, lo más caro,

Solo quedará el destino amargo.

Al final, nada será nuestro, todo prestado,

Y lo que fuimos, en nada quedará muerto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *