Mares de Tierra Calma (Rima)

Mares de tierra calma, cielos azul marino,

Lomas de olivo, como crestas de destino.

Olas de regueros de tierra roja y ardiente,

Almas de jornaleros, sudor y vida presente.

Pescadores y olivos, barcos al horizonte,

Que siegan el mar, veo su estampa en el monte.

Esa es mi patria, tanto en tierra como en mares,

De trigo al amanecer y de sol en sus altares.

Al caer el sol tras el horizonte cruel,

Se refugia tras las olas de albero de miel.

El viento levanta mares de polvo marino,

De gaviotas en vuelo, testigos de un destino.

Mar y tierra se funden en un único cantar,

Esa es mi tierra, la que quiero contar.

Rizos de olas que se calman al arar,

El mulo y la vara, y el mar de espigas al faenar.

Los pescadores golpean las olas con su anhelo,

Esperando las huevas, del pez el consuelo.

Racimos de miseria, la tierra en su esperar,

Esa es mi tierra, tierra adentro del mar.

Caladero de sal, que brota sin piedad,

Lejos del océano, como el sudor en su bondad.

Aureolas de sol en campos de oro intenso,

Espigas que se mecen, por el viento tan denso.

No es tierra del mar, es tierra que al arar,

Surge de lo profundo, aunque no la quieras hallar.

Acantilados de piedra, con higueras al zar,

Mareas de rocas, musgo y frio en su pesar.

Quejigos y esparto duro como la roca del mar,

Conchas vacías, sin nada que encontrar.

Rompes terrones y sigues tu destino,

Arando las olas de un campo marino.

Marineros de surcos, polvo que al viento va,

Esperando la calma cuando el sol deje de quemar.

Morenos de sol, jornaleros al surcar,

Hijos del mulo y su canto al caminar.

Olas de plata en el campo al atardecer,

Mecen la tierra, la hacen renacer.

Marinero moreno, que mira al horizonte,

La sal quema el rostro, el sol te da su monte.

No es sal del mar, sino el sudor al faenar,

Esa es mi tierra, la que te quiero enseñar.

Surcos que arar, bajo el sol y el viento,

Marinero de tierra, sin descanso en su aliento.

Capitán de un barco que nunca verá el mar,

Surca la tierra con la esperanza en su andar.

Otea la distancia, donde no llega el salino,

Esa es mi tierra, la que marca mi destino.

Surcos de oro, polvo y sudor sin fin,

Esa es mi patria, la que late en mí.

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